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“Hay mucho que aprender de las bestias”. Drácula.

9 Nov

Tal día como hoy -8 de noviembre- de hace 165 años, nacía una de las figuras más importantes de la literatura mundial. Bram Stoker no inventó a los vampiros, pero sí hizo escuela desterrando la imagen de “chupasangres” por una más benévola, la de Drácula. Mucho antes de su existencia ya circulaban historias sobre seres sobrenaturales, que se alimentaban de sangre humana.

Sin embargo, este escritor de origen irlandés supo captar la esencia del personaje Vlad Draculea, un príncipe despiadado del sur de Rumanía que pasaría a la historia por su sed de venganza y crueldad durante la resistencia contra la expansión del Imperio otomano. Basado en un ser desalmado que nació en 1431 en Transilvania y murió en 1476 en batalla, se le conoce bajo el apodo del “El empalador” haciendo alusión a su método de tortura y ejecución por excelencia: atravesar a la víctima con una estaca. ¿Os suena de algo? Efectivamente, Stoker halló en esta sombría personalidad la inspiración, que plasmó con tanto acierto en su obra más célebre: “Drácula” (1897).

Como viene siendo habitual en Google, esta mañana nos hemos levantando con un homenaje dedicado a uno de los padres de la literatura de terror. Se cuenta que Stoker desarrolló su imaginación durante la infancia. Siendo un niño sufrió una parálisis, que no le permitió estar en pie hasta los siete años. A lo largo de su enfermedad, su madre le entretenía contándole historias de miedo que de alguna manera debieron estimular su fantasía. Antes de escribir su obra maestra y ya recuperado, desafió su limitación compitiendo en atletismo.

Más allá de la literatura, el Conde Drácula ha sido adaptado a diversos formatos, entre ellos cine, teatro, series, cómics y videojuegos. Desde hace algún tiempo, el tema vampiros arrasa en prácticamente cualquier ámbito, incluso en el de las muñecas.

De hecho, en las listas de curiosidades que proliferan por la red se lee que Drácula es el personaje que más veces ha sido interpretado y que incluso supera las 160 películas. La primera de esta larga lista fue la cinta muda «Drakula halála» (en castellano, «La muerte de Drácula»), que se estrenó en Viena en 1921 y de la que hoy sólo se conservan tan solo dos fotogramas (abajo podéis ver uno de ellos). Se sabe que este filme llegó a algunos cines europeos y que cosechó cierto éxito.

Lo interesante es que se han rodado tantas versiones de “Drácula” en diferentes períodos de tiempo que además de reflejar la evolución de la historia del cine, recoge los puntos de vista predominantes del momento. Así, encontramos una visión más expresionista de “Nosferatu” (1922). En cambio, mucho más clásica es la versión de 1931, dirigida por Tod Browning.

Encontramos elementos propios del manierismo colorista en «Drácula» de Terence Fisher (1959), como la defensa de valores tradicionales, un fuerte componente sexual y un cambio en la mentalidad en el foco del problema, ya que el enemigo pasa de ser un individuo físico y tangible a un intruso que se cuela dentro de nosotros sin posibilidad de evitarlo. En 1979 «Drácula» de John Badham recibe la influencia del romanticismo y en 1992 se estrena «Bram Stoker’s Dracula», de Francis Ford Coppola, desde una perspectiva postmodernista.

Bram Stoker sometió al sanguinario príncipe de Transilvania a una metamorfosis que le convirtió en un vampiro misterioso y seductor. Hasta entonces, un vampiro se asociaba a una criatura maldita, desprovista de sentimientos y considerada un depredador. Fue con el paso del tiempo cuando se ha ido configurando como un símbolo que se ha hecho un hueco en el imaginario colectivo, hasta consagrarse como un mito. Hace 100 años de la muerte de Stoker -20 abril de 1912-, pero su legado se recordará hoy y siempre.

 “Odiado y temido. Estoy muerto para todo el mundo. Escúchame. Yo soy el monstruo al que los hombres vivos matarían. Yo soy Drácula”.

La calabaza de oro

5 Nov

Es curioso que todavía hoy subestimemos el poder del cine o de la televisión. En plena globalización, la pantalla se ha convertido en una ventana que nos muestra realidades muy dispares. Lenin (19870-1924) decía: “De todas las artes, el cine es para nosotros la más importante”. Desde sus comienzos, el cine se ha convertido en una potente arma ideológica capaz de impulsar motivaciones, exaltar sentimientos patrióticos y demonizar al enemigo que busca justificar guerras y otras tantas decisiones políticas. Sin embargo, la ambición por controlar las producciones cinematográficas no es exclusiva de dictadores. En Estados Unidos comenzó la caza de brujas en Hollywood durante la segunda guerra mundial y se endureció tras la misma con el objetivo de perseguir cualquier indicio de apoyo al comunismo.

En su día, este tema despertó el interés de los académicos que llegaron a investigar los efectos de la película “The battle of Britain”, un largometraje que trata sobre el ataque nazi contra la integridad británica durante la Segunda Guerra Mundial. Se buscaba analizar los efectos a largo plazo que sus mensajes propagandísticos produjeron sobre los soldados norteamericanos. El estudio demostró que los efectos a largo plazo fueron más fuertes de lo que en un principio contemplaron, siendo habitual asumir los discursos de la película como legítimos y difundirlos en boca de algún conocido inexistente.

Poco a poco se ha ido aceptando, salvo excepciones, que las imágenes que vemos en televisión sí influyen sobre sus receptores de una u otra manera. Incluso el cine y la televisión han llegado a convertirse en un coladero de símbolos que han burlado la censura. Por ejemplo, en la España de los 50 y 60 se pudo empezar a conocer que era eso del “estado del bienestar”, un modelo de organización social cada vez más cuestionado en los países europeos, a pesar de los esfuerzos del régimen franquista. Tan preocupados estaban por eliminar cualquier rastro de “inmoralidad” que incitara la promiscuidad, la desobediencia o la homosexualidad que olvidaron por completo tapar los atisbos de una sociedad que se encontraba en posición de demandar mejoras sociales. “Drácula”, “Desayuno con diamantes” y “Con faldas y a lo loco” fueron algunos filmes que se censuraron, otras tantas escenas se eliminaron y durante el doblaje gran parte de los diálogos se manipularon perdiendo su significado original.

Con el paso del tiempo, las películas fueron abriendo camino a las series. En este sentido, Internet ha desempeñado un papel fundamental. Para empezar porque posibilita ver un capítulo de una serie determinada prácticamente al día siguiente de su emisión, sin necesidad de esperar para descargarlo. Aunque lo más interesante es que si dispones de una buena conexión, puedes tenerlo listo en tu ordenador en cuestión de minutos y sin las molestias del streaming (muchos ya sabréis a qué me refiero). Como es lógico, cuanto más fácil es el acceso, mayor número de series consumimos. Y todo ello sin contar con la capacidad de adicción (lo que en Marketing se conoce como engagement) que puede producirnos una serie. ¿Habéis visto en facebook los grupos “Por el vacío existencial que surge al terminar una serie” y “Esa sensación de no tener rumbo fijo cuando terminas una serie”? A día de hoy, 5 de noviembre, tienen 18.918 y 18.214 seguidores, respectivamente.

Cada vez más americanizados

Las series se han convertido en un filón muy tentador que no sólo mueve importantes cifras de dinero, sino que además funciona como medio donde proyectar rasgos e ideas de culturas extranjeras. Eso sí la mayoría de las producciones proceden de Estados Unidos. El resultado podría considerarse una especie de invasión cultural. De hecho, un estudio mundial de Eurodata pone de relieve que más del 70% de las películas que vimos en España en 2011 eran estadounidenses.

Pero tampoco hay que irse tan lejos para conocer las tendencias de la ficción audiovisual. El 4 de noviembre de 2012 extraje el gráfico que veis abajo de series.ly, una web privada a medio camino entre red social y página de descargas, que permite el visionado y la descarga de películas, series, documentales y otros programas. Tal y como se observa en el gráfico, las nueve primeras series más vistas del día son norteamericanas: «Cómo conocí a vuestra madre», «The Big Bang Theory», «The Walking Dead», «Breaking Bad», «Modern Family», «Érase una vez», «Fringe», «Gossip Girl» y «Dexter». Nos tenemos que situar en el décimo lugar para encontrar la primera producción española, que se trata de “La que se avecina”.

Ante este panorama, aún hay quién se sorprende por la creciente aceptación que tiene la fiesta de Halloween en España, donde desde siempre es el día en que se conmemora a los muertos. Ahora sí parece quela americanización es ya una realidad.

¿De dónde surge Halloween?

Hace más de 3.000 años la cultura celta se despedía del verano con la celebración del “Nos Galan-gaeaf”, que viene a significar “noche de las calendas”. Mientras el fuego de las hogueras recreaba un ambiente místico, los celtas invocaban a las almas de sus seres queridos abriendo camino entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. Hasta la difusión del cristianismo por Europa, los celtas cerraban la temporada de las cosechas con la fiesta que marcaba el inicio del año. Para ello preparaban el encuentro con los espíritus con dulces y pedazos de carne, que colocaban en sus hogares con la intención de ser buenos anfitriones de sus invitados.

El cristianismo contrarrestó la popularidad de esta festividad, considerada pagana, convirtiéndola en el Día de Todos los Santos. A mediados del siglo XIX, los irlandeses llevaron esta práctica a Estados Unidos, pero con una novedad: las calabazas. Aunque inicialmente recibió el nombre de “All Hallow-even”, que significa víspera de todos los santos, fue con los años cuando dicha expresión experimentó un acortamiento dando lugar a la palabra conocida que hoy todos conocemos como Halloween.

Una palabra muy sonora que gustó en el mundo del cine, donde se empezaron a rodar historias de terror llenas de sangre, vísceras y muerte. Tampoco hay que olvidar toda la parafernalia que se esconde detrás: disfraces, adornos, fiestas en bares y un largo etcétera, que no desaprovechan la oportunidad para hacer caja.

¿Truco o trato? es probablemente uno de los mejores eslóganes de la historia

Y es que no hay duda de que los americanos son los reyes del Marketing. A medida que se va acercando la noche de Halloween, la programación televisiva se llena de películas de terror. Ya hemos visto que no es ninguna mentira decir que Halloween le debe mucho a la televisión y al cine. Veamos algunos ejemplos…

Los chicos de «The Big Bang Theory» pasaron la noche del 31 de octubre en una fiesta en la tienda de cómics. Este año, Howard y Bernadette decidieron disfrazarse de Papá Pitufo y Pitufina. ¿Cuánto creéis que tardarían en quitarse la pintura azul?

La familia Dunphy, de «The Modern Family» son asiduos a celebrar Halloween. Se lo curran tanto que llegan a dar mucho miedo. El año pasado, Claire igual se pasó de la raya. ¿Vosotros qué pensáis?

Aunque mucho más sencilla, Sofía Vergara no pasó desapercibida. En la serie, Gloria está a punto de ser madre por segunda vez.

Por cierto que la serie «New Girl» está pegando cada vez más fuerte… Y por supuesto no faltaron a la cita.

En 2012 no hemos podido ver cómo celebran Halloween Ted Mosby y compañía, pero nos quedamos con el recuerdo de años anteriores. Por ejemplo, estuvieron dándole vueltas durante varios episodios a la calabaza putilla, que finalmente resultó encarnar Katie Holmes, la exmujer de Tom Cruise. También nos dejaron otros momentos divertidos, sobre todo cuando empezamos a conocer de cerca la relación entre Lilly y Marshall.